La Danza por Leticia Lizama Sotomayor danza, a cada brote de sus palabras siempre certeras, de su todo, el aura de esta mujer de la cultura danza más allá de la razón humana; no podría ser de otra manera en la hoy directora artística del Bafona (Ballet Folclórico Nacional, perteneciente al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes), para quien la música no tendría sentido si no fuere acompañada de coreografías y bailarines, en un sentido de comunión y autenticidad artística única. Nació con ello, con esa pasión propia del pueblo encariñado con diversas disciplinas culturales, quizás por eso se ha internado con beatitud por los terrenos del canto y danza de nuestras regiones, teniendo en su momento a dos extraordinarios maestros en estas materias propias de nuestra cultura tradicional, la Sra. Margot Loyola Palacios y su esposo docente e investigador Osvaldo Cádiz Valenzuela.
Egresada de profesora de danza en el 2005, ingresa a esta agrupación gubernamental en 1987, primero como alumna, y luego como bailarina y solista, pudiendo con el Bafona llevar a escena todos sus sueños y pasiones, hasta obtener por sobrados méritos su actual dirección.
Como miembro, también, de la Academia Nacional de Cultura Tradicional Margot Loyola, por estos días se dio un tiempo en su siempre ocupada agenda para arrancarse de la urbe capitalina, claro que no para vacacionar por el sur de Chile, si no para seguir realizando lo que más le gusta, traspasar sus conocimientos a otros para que este carnaval continúe. Así fue como tuvimos oportunidad de conversar con esta distinguida maestra, al finalizar el Seminario-Taller “Danzas Folklóricas, Patrimonio Cultural Inmaterial en Educación”, patrocinado por la Facultad de Educación perteneciente a la Universidad de Concepción, y auspiciado por la “Academia Nacional de Cultura Tradicional Margot Loyola” estos recientes 21,22 y 23 de julio de 2012; donde fue una de las docentes más alabadas y queridas.
Esto fue lo que nos dijo, a pocos minutos de finalizar el Seminario:
Buenas tardes Leticia, antes que todo, ¿en que se basó tu ponencia, de qué manera lograste traspasar tus conocimientos?
“El tema que traje es cómo poder discernir lo que es un ballet folclórico para efectos pedagógicos, eso es para mi es muy significativo por que tengo la responsabilidad actual de ser la directora artística de Bafona, en la cual estoy con una propuesta que precisamente tiene que ver con la educación”.
¿Cómo se logra esto?
“Con una mirada de lo que se propone escénicamente, hacia lo que es la verdad escénica; saber cuales son los elementos que nosotros podemos rescatar de eso, que tiene que ver con una disciplina, con un trabajo escénico, con toda una propuesta en iluminación, en sonido, en material tecnológico al día, pero centrado en lo humano, tomando el ser una gran relevancia; cómo me dispongo en hacer un trabajo que tenga que ver con la verdad basada en la investigación y en el tratamiento de esos hechos culturales con el mayor respeto posible. Eso es para mi motivar a que la copia sin sentido, sin saber el por qué se está haciendo, es una copia vacía de la realidad y no tiene nada que ver con el sentido de la manifestación de la cultura tradicional. Afortunadamente, hay un despertar cultural claro en ese sentido, gracias a este interesante seminario; y la gracia mayor es que en vez de haberse diluido a través del tiempo, se está fortaleciendo año tras año, con gente que en verdad viene con todas sus ganas a aprender, interesadas y siempre ávidas de saber más y más. Hay un muy buen trabajo de parte de la universidad, y de José Antonio, de cómo ha planteado y cuales son los fundamentos y propósitos de este seminario”.
¿Cuál sería entonces tu balance final a este seminario?
“En general, me parece una muy buena apuesta cultural, entendiendo que ya cumplen 20 años de vida; esto les ha dado un piso de fundamento que ha logrado, que el público objetivo que está tomando este seminario esté realmente interesado. Jóvenes con una capacidad de reflexión, de interés verdadero de querer acercarse a la cultura tradicional desde el conocimiento y no desde la forma como si fuere una receta de cocina, si no que interiorizándose en los contenidos y saber cuales son los sustentos teóricos y de una reflexión crítica hacia la aproximación de la enseñanza de la cultura tradicional; eso me dejó con una esperanza y alegría tremenda, sorprendiéndome gratamente por que a veces, en otras instancias, uno ve que la gente va a buscar el objeto, y resulta que acá vinieron a buscar respuestas y especialmente a trabajar con el ser.
Mis felicitaciones a los que organizan todo esto, quienes año tras año han ido fortaleciendo el Seminario a través de este tremendo trabajo, con contenidos tan valiosos; en forma especial a José Antonio Rivas, quien está poniendo una semilla muy valiosa”.
¿Cuál es tu impresión acerca del rol que cumple la Academia Nacional de Cultura Tradicional en todo esto, ya sea a través de seminarios o diplomados por universidades del país?
“Es un aporte enorme a la cultura chilena. Soy discípula de la maestra Margot Loyola y del maestro Osvaldo Cádiz, por ende, entiendo muy bien cuales son las líneas de trabajo de ellos, buscando siempre la verdad, tratando de acercar siempre a otros al conocimiento más verdadero, viéndose todo reflejado en estos seminarios o diplomados tan esenciales; y con un equipo humano tremendo, muy profesional en cada área, que hacen de esta academia un nombre e institución de excelencia y a la vez único”.
¿Qué es la danza para ti?
“Un universo de transmisión de emociones, de intenciones, de pensamientos a través del cuerpo, que es lo más difícil; a veces uno puede expresar con palabras tenues o mentirosillas, pero no logra la misma comunicación que con la danza, ya que el cuerpo no miente; por eso pienso que la danza es una manifestación sincera de emociones, sentimientos e ideas, los que traducidos a la danza tradicional se convierten en un portento de identidad, en un movimiento infinito de interrelaciones culturales”.
¿Desde niña tú interés por la danza fue tan pasionario?
“Desde muy niña era yo quien recitaba en la familia, desde muy pequeñita mi madre me enseñó una poesía de Gabriela Mistral llamada “La maestra”, poniéndole mucha pasión a eso de cinco o seis años, y seguramente hacía algún movimiento repetitivo de brazos, de cuerpo, no sé. Ya en la enseñanza media, empecé a escribir mucho, sobre todo poesía, incluso para concursos, escribía mis experiencias, acerca del movimiento de la vida; por ejemplo, una vez me puse a observar una ventana, dándome cuenta que al otro lado había vida, descubriendo que a través de eso podían ocurrir tantas cosas y sonidos, empezando a escribir acerca de todo lo que pasaba a través de ellas; también escribía acerca de la luna, nueva, creciente, como que me decían cosas, comenzando fascinada a estudiar después que la luna tenía conexión con las mareas, entrando de lleno en un campo más científico”.
Como si fuere insuficiente, también estudiaste teatro…
“Así es. Mi primer apasionamiento por lo representado fue precisamente el teatro, así es que apenas salí de cuarto medio me decidí a estudiar esta disciplina, por todo lo que significaba la transportación del espacio en otro espacio, en algo que fuera de gestar ideas, a pesar de la negativa de mi padre. Tan bien me estaba yendo que me gané una beca en el Instituto Cultural de La Cisterna para estudiar danza, y resulta que una semana antes de estrenar en teatro, mientras estudiaba danza también, estreno primero en esto que me fascina; luego de aquello, entré a estudiar Dibujo industrial en la Universidad Técnica del Estado en Santiago, y fíjate que lo único que quería era pasar pronto a segundo año para tomar las clases de folclor”.
¿En qué momento llegas a los caminos de la maestra Margot Loyola?
“En el año 1984 me probé en Bafona, quedando seleccionada para integrar su grupo; pero resulta que estuve solo unos tres o cuatro meses aquella primera vez, ya que no fui del gusto del director en ese momento; a los pocos días tuve la oportunidad de perfeccionarme en folclor con los maestros Osvaldo Cádiz y Onofre Alvarado; motivándome ambos a que siguiera en esa senda; allí me invita luego Osvaldo a un seminario en la Universidad Católica que dirigía Fidel Sepúlveda para que me metiera más en el estudio de cultura tradicional; tuve la suerte de hacerle caso, inscribiéndome en los cursos que impartía la Maestra Margot Loyola enamorándome rotundamente de la maestra, hasta el día de hoy, siendo su más fiel discípula, un portento quien me ha entregado mucho conocimiento y el cual he seguido trabajando con ello con mucho respeto, seriedad y cariño”.
¿Qué importancia le asignas el llegar a ser directora del Bafona?
“Lo veo como una oportunidad que me da la vida y de la cual estoy muy agradecida, sintiendo que no he llegado a ninguna cúspide de ningún lugar, solo que estoy en un proceso de formación y desarrollo donde trabajo día a día para realizar de mejor manera mi trabajo; soy una eterna estudiante, y por ende, nunca me he considerado una profesional top si no una estudiante empedernida, aprendiendo siempre de las experiencias que me van llegando”.
Cuéntanos, por favor, acerca del reciente trabajo del Bafona…
“A fines de diciembre pasado estrenamos “Entre cruces, música y danza en la tierra”, obra con coreografía de Valentina Pavez y arreglo musical de Jaime Hernández, nuestro director musical; un trabajo muy bello con una connotación bastante arriesgada, por ser un trabajo con una mirada muy de la danza contemporánea pero que Valentina ha sabido hacer una mixtura de elementos de la cultura tradicional muy potente; percibiendo emociones del mundo campesino que también se ha venido a la ciudad, un trabajo muy bello y sensible el cual ha sido recibido de muy buena manera por el público, con mucho aprecio”.
¿Giras?
“Para noviembre tenemos el lanzamiento del Cd con la música de esta obra, para partir ya el 1 de agosto a Atacama y Coquimbo, volviendo el 16 de agosto; siguiendo con un itinerario muy potente por el resto del año, sobre todo para el mes de septiembre”. Nos relata con emoción, en el preciso momento que llega el vehículo que la transportará directamente al aeropuerto; es que así es la agenda y vida de esta mujer fascinante y tan amante de sus raíces, al igual que el mundo de la cultura y las artes que siempre han alojado en su alma que danza y encanta… mientras nos alumbra la luna y ella saca una moneda para que resulte el conjuro de salud y fortuna, y de buen regreso a la otra de sus patrias.
Julio Fernando San Martín.